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CRÍTICA: TERCERA TEMPORADA ORANGE IS THE NEW BLACK

La tercera temporada de Orange is the New Black (OITNB) ha sido uno de los más ansiados estrenos televisivos este año, o mejor dicho, de estrenos On Demand. 



Tras el éxito obtenido, Netflix ya ha aprobado la producción de la cuarta temporada para el año que viene, pero ¿qué nuevos tintes tomará y hacia donde nos arrastrará? No lo sabemos, aunque esperemos que vuelva añadirse algo más de sal y pimienta al asunto (y no, no nos referimos a lo más obvio explícitamente hablando).

A grandes rasgos, en esta tercera entrega ha habido un abrupto cambio en el enfoque de la narrativa. La historia ha tomado un tinte algo más 'soap opera' de lo habitual, además de haber expuesto otros polémicos temas como la aceptación homosexual, la religión, la maternidad, la violación o el suicidio. Lo más curioso es que estos tres últimos han sido tratados con menor ahínco, sensibilidad y devoción.

¿Gran error? Eso seguro. Lo que hacía esta serie brillante, a parte de la trama y de sus personajes increíblemente forjados, era la universalidad con que se trataban y denunciaban todo tipo de temas y tabúes. Cada personaje era único, era una sátira sobre el sistema carcelario, sobre el sistema social, sobre las presas y sus historias. Era, realmente, una serie PG 13 del lado de los oprimidos, de los que tienen agallas de mostrar quienes son realmente, de los bufones que fracasan, de aquellos de los que nadie se acuerda o son constantemente juzgados.


En cambio, tras haber degustado esta última sesión, parece que todo se ha vuelto para públicos mayoritariamente LGBT y le han 'quitado madera' a otros asuntos incluyendo lo más telenovelesco en la ecuación. Suena más a puro marketing y segmentación de audiencias que otra cosa, por desgracia.

En vistas a comparaciones, puede que la novedad haya decaído al ya conocer historias de los delitos de todos los personajes. Así, hay menos acción sustancial de gravedad que en las otras dos temporadas y más episodios situados en el presente. También han incluido otras distracciones y dos personajes nuevos tras haber dejado marchar a Nicky, quien probablemente vuelva a aparecer más adelante.

En resumidas cuentas, es recomendable verla. Como siempre, la banda sonora respira y la edición de los episodios es ingeniosa y dinámica, aunque cabe destacar únicamente seis episodios (y el último está fuera de la cuenta).

Por desgracia, esta vez, parece que la tensión ha decaído y el globo se ha deshinchado con las subtramas. Esperemos que haya más fuelle para la T4.

Lo mejor: El equipo creativo de Jenji Kohan (Weeds). Los arcos de transformación de Alex y de Tiffany 'Pennsatucky'. La trama de las bragas tiene su gracia y no dista de la realidad (en USA, claro).

Lo peor: El último episodio, la secuencia de 10 min o más de las presas revolcándose en el agua y que Piper mencione en un episodio que puede ser como Walter White... Ese guiño le quita encanto al asunto.


 
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